Sunday, February 21, 2010

CURSOS de APRENDIZAJE "ACELERADOS" según el Negro DOLINA

Me gusta el modo de escribir y de decir las cosas de Alejandro Dolina. Para quienes aún no lo conozcan, acá va el siguiente texto:

La velocidad nos ayuda a apurar los tragos amargos. Pero esto no significa que siempre debamos ser veloces. En los buenos momentos de la vida, más bien conviene demorarse. Tal parece que para vivir sabiamente hay que tener más de una velocidad. Premura en lo que molesta, lentitud en lo que es placentero. Entre las cosas que parecen acelerarse figura -inexplicablemente- la adquisición de conocimientos.

En los últimos años han aparecido en nuestro medio numerosos institutos y establecimientos que enseñan cosas con toda rapidez: "....haga el bachillerato en 6 meses, vuélvase perito mercantil en 3 semanas, avívese de golpe en 5 días, alcance el doctorado en 10 minutos..... "
Quizá se supriman algunos... detalles. ¿Qué detalles? Desconfío. Yo he pasado 7 años de mi vida en la escuela primaria, 5 en el colegio secundario y 4 en la universidad. Y a pesar de que he malgastado algunas horas tirando tinteros al aire, fumando en el baño o haciendo rimas chuscas, no creo que ningún genio recorra en un ratito el camino que a mí -o a cualquiera- me llevó decenios.

¿Por qué florecen estos apurones educativos? Quizá por el ansia de recompensa inmediata que tiene la gente. A nadie le gusta esperar. Todos quieren cosechar, aún sin haber sembrado. Es una lamentable característica que viene acompañando a los hombres desde hace milenios.
A causa de este sentimiento algunos se hacen chorros. Otros abandonan la ingeniería para levantar quiniela. Otros se resisten a leer las historietas que continúan en el próximo número. Por esta misma ansiedad es que tienen éxito las novelas cortas, los teleteatros unitarios, los copetines al paso, las "señoritas livianas", los concursos de cantores, los libros condensados, las máquinas de tejer, las licuadoras y en general, todo aquello que nos ahorre la espera y nos permita recibir mucho entregando poco.
Todos nosotros habremos conocido un número prodigioso de sujetos que quisieran ser ingenieros, pero no soportan las funciones trigonométricas. O que se mueren por tocar la guitarra, pero no están dispuestos a perder un segundo en el solfeo. O que le hubiera encantado leer a Dostoievsky, pero les parecen muy extensos sus libros.
Lo que en realidad quieren estos sujetos es disfrutar de los beneficios de cada una de esas actividades, sin pagar nada a cambio.

Quieren el prestigio y la guita que ganan los ingenieros, sin pasar por las fatigas del estudio. Quieren sorprender a sus amigos tocando "Desde el Alma" sin conocer la escala de si menor. Quieren darse aires de conocedores de literatura rusa sin haber abierto jamás un libro.
Tales actitudes no deben ser alentadas, me parece. Y sin embargo eso es precisamente lo que hacen los anuncios de los cursos acelerados de cualquier cosa.
Emprenda una carrera corta. Triunfe rápidamente.
Gane mucho "vento" sin esfuerzo ninguno.
No me gusta. No me gusta que se fomente el deseo de obtener mucho entregando poco. Y menos me gusta que se deje caer la idea de que el conocimiento es algo tedioso y poco deseable.
¡No señores: aprender es hermoso y lleva la vida entera!

El que verdaderamente tiene vocación de guitarrista jamás preguntará en cuanto tiempo alcanzará a acompañar la zamba de Vargas. "Nunca termina uno de aprender" reza un viejo y amable lugar común. Y es cierto, caballeros, es cierto.

Los cursos que no se dictan: Aquí conviene puntualizar algunas excepciones. No todas las disciplinas son de aprendizaje grato, y en alguna de ellas valdría la pena una aceleración. Hay cosas que deberían aprenderse en un instante. El olvido, sin ir más lejos. He conocido señores que han penado durante largos años tratando de olvidar a damas de poca monta (es un decir). Y he visto a muchos doctos varones darse a la bebida por culpa de señoritas que no valían ni el precio del primer Campari. Para esta gente sería bueno dictar cursos de olvido. "Olvide hoy, pague mañana". Así terminaríamos con tanta canalla inolvidable que anda dando vueltas por el alma de la buena gente.
Otro curso muy indicado sería el de humildad. Habitualmente se necesitan largas décadas de desengaños, frustraciones y fracasos para que un señor soberbio entienda que no es tan pícaro como él supone. Todos -el soberbio y sus víctimas- podrían ahorrarse centenares de episodios insoportables con un buen sistema de humillación instantánea.
Hay -además- cursos acelerados que tienen una efectividad probada a lo largo de los siglos. Tal es el caso de los "sistemas para enseñar lo que es bueno", "a respetar, quién es uno", etc.
Todos estos cursos comienzan con la frase "Yo te voy a enseñar" y terminan con un castañazo. Son rápidos, efectivos y terminantes.

Elogio de la ignorancia: Las carreras cortas y los cursillos que hemos venido denostando a lo largo de este opúsculo tienen su utilidad, no lo niego. Todos sabemos que hay muchos que han perdido el tren de la ilustración y no por negligencia. Todos tienen derecho a recuperar el tiempo perdido. Y la ignorancia es demasiado castigo para quienes tenían que laburar mientras uno estudiaba.
Pero los otros, los buscadores de éxito fácil y rápido, no merecen la preocupación de nadie. Todo tiene su costo y el que no quiere afrontarlo es un garronero de la vida.
De manera que aquel que no se sienta con ánimo de vivir la maravillosa aventura de aprender, es mejor que no aprenda.

Yo propongo a todos los amantes sinceros del conocimiento el establecimiento de cursos prolongadísimos, con anuncios en todos los periódicos y en las estaciones del subterráneo.
"Aprenda a tocar la flauta en 100 años".
"Aprenda a vivir durante toda la vida".
"Aprenda. No le prometemos nada, ni el éxito, ni la felicidad, ni el dinero. Ni siquiera la sabiduría. Tan solo los deliciosos sobresaltos del aprendizaje" .

ALEJANDRO DOLINA

 

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Tuesday, February 02, 2010

POSTEROUS, posteando en tu blog mediante un email.



He leído en la revista USERS de este mes, que existe un servicio llamado Posterous, que permite mediante un sencillo mail, hacer un post en un blog. Como verán, no pude esperar para enviarles este material.


Se dice en algunos foros acerca de este servicio que posee pocos templates entre los cuales elegir, pero de todos modos es posible editar todo el contenido vía CSS ó HTML.


Yo lo encontré muy interesante y práctico (en mi caso personal) ya que es posible hacer una publicación en diversos blogs con un solo mail.


Yo envío este contenido desde mi cuenta de Hotmail, y queda automáticamente "posteado" en diversos sitios de mi propiedad:neticias.blogspot.comneticias.tumblr.comfaltamenos.wordpress.com, etc...


Es posible mantener varias cuentas con un mismo usuario y también realizar perfiles de grupo (Group Profiles) en donde luego, enviando un mail a "post@nombre_grupo.posterous.com" el servicio se encarga de publicar el post sólo en los blogs o servicios que figuren dentro de ese grupo.






Posee soporte para los siguientes servicios:

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Monday, February 01, 2010

Altoque.com, una página de inicio con lo más necesario

No suelo ser muy aficionado a utilizar "páginas de inicio". Pero creo que cuando existen buenas razones para recomendar un sitio, es necesario hacerlo.


Altoque.com, ofrece en una simple vista los recursos más utilizados de la actualidad: Buscadores, Cuentas de mail frecuentes, Redes sociales, traductores, etc.


Basta echarle una mirada y seguro la adoptarán como propia... (yo ya lo hice !).


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Saturday, January 30, 2010

Configuración del protocolo de internet TCP/IP

Por diversos motivos, es posible que necesitemos configurar nuestra conexión de red con los DNS de nuestro proveedor de internet.

En el caso de Arnet, los DNS son los siguientes (ya veremos en dónde los escribiremos):

DNS PRIMARIO:  200.45.191.35

DNS SECUNDARIO: 200.45.48.233

Para poder configurar correctamente la conexión de red, debemos ingresar al área de “Conexiones de red”.

Para ello, buscaremos el ícono de red en nuestra barra de tareas (como muestra la imagen):

ARNET-TCPIP_01

Hacemos doble clic sobre él y veremos que aparecerá:

ARNET-TCPIP_010

Allí haremos clic en el botón “Propiedades” y veremos aparecer la siguiente imagen:

ARNET-TCPIP_02

Elegimos la opción “Protocolo Internet (TCP/IP)” y hacemos clic en “Aceptar”.

Entonces veremos la ventana siguiente:

ARNET-TCPIP3

Por lo general, no es necesario configurar nada en este protocolo de red, dejando a Windows que asigne en forma automática una dirección IP al modem. Dejando las opciones siguientes:

1) “Obtener una dirección IP automáticamente”.

2) “Obtener la dirección del servidor DNS automáticamente”.

Pero si deseamos abrir un puerto para programas como eMule o similares, será necesario asignar estos valores en forma manual.

Los valores correctos serían:

ARNET-TCPIP4

Hacemos clic en “Aceptar” y ya deberíamos tener navegación.

PROBLEMAS MAS COMUNES:

Reseteo del modem:

Muchas veces, ocurre que por algún motivo se llama a la mesa de ayuda de Arnet, y desde allí se indica al usuario que realice un “Reset” (blanqueo) del modem.

Esto produce que los datos que estaban cargados en el  modem se borren y el modem vuelva a quedar como cuando vino de fábrica.

Por eso es muy importante conocer el nombre de usuario ADSL y la contraseña (más información sobre cómo recuperar nuestros datos de conexión aquí).

Será necesario ingresar los datos obtenidos en el modem para que el mismo quede como antes de realizado el “Reset”.

Mala configuración del Protocolo Internet TCP/IP:

Es muy común encontrarse con problemas en la conexión a internet si los parámetros de este protocolo están configurados en forma incompleta.

Veamos dos ejemplos:

Se configuran los valores de la dirección IP, pero se dejan en blanco los valores de los DNS. Esto impide la navegación.

ARNET-TCPIP_Error1

Del mismo modo, si miramos “por arriba” la ventana del siguiente ejemplo, pensaremos que está configurado en automático. Sin embargo, una mirada más atenta, notará que los DNS no están incluidos, pero sí se indica “Usar las siguientes direcciones del servidor DNS”. Otro candidato a quedarse sin navegación por un error de configuración. Aquí está la imagen:

ARNET-TCPIP_Error2

Como dijimos, si no prestamos la debida atención podemos equivocarnos y creer que el problema se encuentra en otro lado, cuando simplemente habría que hacer un clic en el botón de la opción de automatización.

Espero que esta información les haya sido útil.

Seguiré compartiendo diversos problemas y experiencias que me toca vivir a diario en los domicilios de mis clientes.


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Saturday, May 16, 2009

Sólo quería que lo conozcan.


Friday, June 04, 2004

El espíritu del anticristo

Son muchas las cosas que están sucediendo en la actualidad, y que van marcando el "fin de los tiempos".

Ya desde los tiempos apostólicos, los creyentes creían encontrarse al borde de la segunda venida de Cristo, y la anhelaban con apuro, creyendo y confiando en que sería inminente.

Pasaron más de 2.000 años desde el nacimiento del Mesías, y aún no ha regresado. Tal "tardanza" no es más que una señal de su inagotable paciencia. Pero de todos modos... En algún momento de la historia de la humanidad, este acontecimiento deberá acontecer, a fin de cumplir la ley y los profetas ya que, como dijo Jesús, es más fácil que pasen el cielo y la tierra, pero de su palabra... no caerá, ni dejará de cumplirse el más mínimo acento (tilde).

Creo que cuando Jesús regrese, a muchos los tomará por sorpresa... Tal como Él afirmó que su venida sería "como ladrón en la noche". Estoy seguro de que nunca un ladrón nos dirá: "Mira, quiero informarte que mañana a las 16:00 horas estaré llegando a tu casa para poder asaltarte y quitarte todo lo que posees."

Estoy seguro, de que la llegada del anticristo, no será la visión de un ser horrendo con miembros de animales y un carácter que hará temblar la tierra hasta desatar un temor en todo hombre. Por el contrario, será un ser muy agradable... Tanto que los mismos cristianos (hasta que sean alertados por revelación del Señor) irán tras él creyendo que Dios le ha enviado para mejorar su calidad de vida en esta tierra.

Es decir, seducirá a más de uno con sus "bondades" y hará grandes maravillas y prodigios !!! ¿Que no es posible? Creo que no han leído toda la biblia. Está escrito!!! Será muy carismático, tendrá una personalidad amable y con su "imagen de hombre bueno" mas un proyecto que traerá entre manos, seguramente nos asegure lograr que el mundo se convierta en algo mejor... Paz y seguridad! Bienestar y confort! Deleites para la carne... que agradecida dirá "SI" a todo lo que éste engendro del demonio planteará al mundo.

Me lo imagino llegando con soluciones contra el hambre en el mundo, con ideas revolucionariamente prácticas para salir de todas las crisis económicas.

Pensando en este tipo de "mejoras" se me ocurre que una de las cosas de las cuales se habla en el Apocalipsis como la "marca de la bestia" en donde define que "nadie podía comprar ni vender si no tenía la marca de la bestia"... ¿No resulta asombroso? Una solución para los robos... El dinero no existe. Tu salario es una cantidad de "créditos" o "puntos" que podrás utilizar para comprar, vender, gastar, movilizarte...

Este tipo de tecnologías se están estudiando. Existen hoy chips subcutáneos implantables (o sea: se colocan bajo la piel) y pueden ser reconocidos por lectoras similares a las que se utilizan para transacciones con tarjetas de crédito.

Si posees ese chip, puedes moverte en el mundo... Si no... No serás nadie !!! Sólo quienes posean este sistema, podrán acceder a un techo, alimento y vestido.

¿Suena trágico? Quizá sí... pero más trágico será cuando suceda y te des cuenta tarde de que el mismo sistema comercial y mundano te llevó a aceptar la marca de la bestia como algo "cómodo, seguro y práctico"... Creéme, no verás ningún tridente, ni escucharás ninguna carcajada del diablo... Pero te terminará enredando hasta el mismo infierno si no prestas atención a las señales...

No olvides que Jesús dijo: "En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo". O sea, debemos acostumbrarnos a que no es para nosotros la "comodidad" en esta tierra. Tendremos toda una eternidad para poder descansar de este pequeño y corto espacio de tiempo que vivimos sobre nuestros pies de carne y hueso.
¿ 50 años, 100 años ? ¡¡¡ No son absolutamente nada !!! Si realmente vemos lo extremadamente permanente de nuestro destino junto con Dios.

Pero debes primero creer en que el sacrificio de Jesús fue por tus pecados y pedirle perdón de todo corazón por las cosas que haz hecho mal en tu vida. Él te perdonará... ¡para eso vino al mundo! Para salvarlo de su perdición !!! Pero no será sino para aquellos que se acercaron hacia Él para pedirle que los guarde del futuro funesto que azotará la tierra en aquellos días...

Tómate de la mano de Jesús hoy... No esperes más... Deja de mirar este monitor y pídele con todas tus fuerzas a Jesús que tome el control de tu vida y te permita conocer las cosas que Él tiene preparadas para ti.

Nada de lo que Dios ha pensado para ti es malo. Él tiene un verdadero futuro de gloria para cada ser humano !!! Sólo está en la libre voluntad de cada uno acercarse a Dios para pedírselo...
Dios no fuerza a nadie para que se acerque a Él...

Piénsalo... y si tienes dudas, escríbeme, me agrada poder hablar de estas cosas con quienes no han aún conocido al gran Dios de poder de la biblia. Hay muchas cosas que podemos conversar... Las dudas, no hay mejor forma de quitarlas que enfrentándolas... ¡Adelante!

Espero tu mensaje: proferay@yahoo.com.ar

Hasta aquí he llegado hoy... 16/Julio/2004. Seguiré escribiendo...

Wednesday, May 19, 2004

Cuento bíblico: La Hija de Jairo


-¡Debe haber tomado frío!- le dijo Jairo a su esposa, luego de escuchar las muchas veces en que la niña despertó a la familia por la noche por sus ataques de tos.
- Mandaré al médico para que la vea... - comentó antes de cerrar la puerta e ir hacia la sinagoga donde lo esperaba un número reducido de gente para escuchar la lectura de las Escrituras.
Poco era lo que podía hacer para mejorar la situación religiosa. La mayoría prefería oír las enseñanzas de Jesús que, según decían, hacía milagros y señales. El sólo pensar en estas cosas le producía un gran temor. Si Jesús no era el Mesías esperado, estaba engañando a su gente llevándola a creer en sus fábulas, pero por otro lado, le intrigaba la personalidad de Jesús; un hombre que, por lo que escuchó, conocía muy bien la palabra de Dios ¡y hacía señales!
¡Cuánto tiempo había esperado Israel para volver a ver a alguno que, diciéndose profeta, llamara la atención de la gente y golpeara sus conciencias por medio del verdadero poder de Dios! Los profetas anteriores fueron en muchos casos despreciados. Sus grandes prodigios y milagros eran sólo hermosas historias del pasado, pero ¡nada más que eso!
Una mano sobre su hombro lo sacó de pronto de sus cavilaciones. -¡Era hora! ¿Qué te retrasó?- Él seguía sin poder ordenar sus ideas... -¿Qué pasa?, ¿Estás bien? ¡Mirá que hoy te toca disertar sobre los Salmos!-.
- Sí, sí... ya sé- alcanzó a responder, todavía turbado por los pensamientos que llovían a su mente.
Al mismo tiempo se acercó a él un tercero que mientras corría a su encuentro le iba diciendo en fuerte voz:
- ¡Jairo!, ¡Jairo!, ¡Tu hija no se siente muy bien, parece que está empeorando, me pidieron que te avise que vuelvas urgente a tu casa!-
Jairo miró al sacerdote como pidiendo permiso para volver a su hogar. Éste, conociendo a Jairo, quien nunca había faltado a sus responsabilidades, asintió, haciéndose cargo de sus tareas.
Jairo parecía atravesar un extraño éxtasis. En su alrededor todo era extraño. Parecía que todos le estaban dando un pésame en forma anticipada por alguna fatalidad. Él mismo creía que se avecinaba lo peor. Pero justamente, para averiguar el por qué de esta extraña paz que experimentaba en medio de la turbulencia que se formaba en derredor, es que seguía adelante. Algo le decía que estaba por presenciar un acontecimiento que le marcaría un nuevo rumbo a su vida, algo así como un milagro... muy pronto.
Todo esto lo aturdía, puesto que a diario discutían en las altas jerarquías religiosas las remotas posibilidades de que los milagros fueran para su actualidad. Los profetas eran historia y Dios era representado en la tierra por una serie de ritos y tradiciones de muchos años. Dios, (según ellos), se había «terminado de acomodar» a una forma determinada, y no había razón para molestarlo con nuevas ideas. A pesar de sus planteos razonablemente lógicos, no encontraba respuesta a su complejo cuestionamiento interior. Mucho menos a esa tranquilidad en medio de tantos aspectos negativos que, evidentemente, se habían propuesto sacudir su día apenas comenzaba.
Llegó a su casa justo cuando el médico se estaba retirando.
- ¿Qué es lo que tiene? – preguntó Jairo ingenuo.
La gravedad del gesto de su conocido amigo y médico del pueblo fue como un golpe directo a su corazón, pero lo que lo petrificó fueron las palabras que le alcanzó a decir en una murmuración de bajo tono, casi imperceptible:
- Está fuera de mi alcance, sólo un milagro la puede sostener con vida... Es cuestión de horas -.
Jairo olvidó estrecharle la mano, salió corriendo hacia su casa y encontró a su esposa y a varios vecinos y criados que la acompañaban. La tos de su hija no mejoraba, su color era blanco y su piel comenzaba a tomar una apariencia cadavérica. Era claro que hablar de horas era algo exagerado, era más bien una cuestión de minutos.
Mientras veía a su hija perder todo signo de vigor, resonó un nombre en su mente. Trató de no prestarle atención, pero era imposible, comenzó a retumbar en cada milímetro de su cabeza y cada vez aumentaba de intensidad: “Jesús, Jesús, ¡Jesús!”.
Mientras pedía a Dios que perdone su arrojo y lo ayudara en su ignorancia de las cosas espirituales, que creía estar seguro de saber, sus pies comenzaron a correr en dirección al mar.
Al acercarse alcanzó a ver a Jesús que regresaba del otro lado del mar en una barca. De inmediato lo rodeó una multitud y él se acercó hasta tenerlo frente a frente. Sus rodillas se debilitaron, su apariencia de hombre docto quedó atrás. De pronto era un hombre, tan sólo eso, un hombre tan, o más, necesitado de Jesús como cualquier otro. A sus pies, le rogaba que fuera a su casa para que sus manos tocaran a su hija agonizante y así viviera.
Jesús lo miró y accedió a ir con él.
Era tanta la gente que los aplastaban a ambos.
-¡Por acá, Jesús! Éste es el camino más corto, así legaremos a tiempo.-
De pronto Jesús se detiene...
Jairo lo observa inquieto.
Jesús gira mirando a su alrededor, como buscando a una persona, y dice algo. Jairo no alcanza a escuchar de qué se trata. Sus discípulos le responden algo. Parece ser algo importante. Luego ve a una mujer llorando y temblando a sus pies, hablando con Jesús.
En ese mismo instante, uno de la casa de Jairo se le acerca y le dice: - Es inútil, ya murió, ¿para qué insistir que Jesús vaya?-.
Jairo levantando toneladas de plomo con sus ojos, producto de la desesperanza, buscó los ojos de Jesús, quien a su vez le clavó la mirada, después de haber escuchado las tajantes palabras de aquel mensajero.
En ese momento, parecía más que nunca una locura, pero esa mirada de Jesús despertaba confianza en Jairo. Locura y confianza que crecieron un poco más al escuchar de los labios de aquel “profeta moderno”: - No temas. Cree solamente.-
Jesús, junto con Jairo, Pedro, Jacobo y Juan, comenzó a caminar hacia la casa de Jairo, sin permitir a la multitud que le siguiese.
Al llegar a la casa, el cuadro era humanamente desgarrador.
Llantos, gemidos y mucha confusión. Jesús dijo: -¿Por qué lloran y arman tanto alboroto, si la niña sólo duerme?-.
Entonces muchos se burlaban de él. Jairo, sólo miraba a su hija recostada, sin color, sin movimiento alguno, ¡sin vida! Él sólo quería verla bien. Ya no sabía si ponerse del lado de Jesús o del lado de los que se burlaban de él. Quizá todo esto no fue sino una gran burla de todos para con su confianza. Por primera vez en su vida creyó haber hecho el ridículo. Estos pensamientos comenzaron a inundar su mente como esa misma mañana en el templo, con la diferencia que ésta vez, en lugar de paz, parecía inundarle un sentimiento de frustración, temor y desolación.
Unos gritos que oyó de labios de Jesús alcanzaron para sacarlo de sus pensamientos y traerlo a la realidad, y también sirvieron para echar fuera a todos los que perturbaban con su alboroto aquel momento.
Jesús tomó la mano de Jairo y de su esposa, y junto con sus discípulos entraron en la habitación de l a niña.
Se acercó al cuerpo y tomó la mano de la pequeña.
Jairo no podía comprender la mirada con la que Jesús miraba a su hija. Él siendo el padre no podría haber tenido tal profundidad y seguridad al ver ese cuerpo inerte. Rompiendo el silencio, Jesús dijo: - Niña, a ti te digo, ¡levántate! -.
Jairo no podía contener su asombro y estupor mientras veía cómo su hija se “llenaba” de color. Parecía un vaso de algún tipo recibiendo un líquido rosado. Sus mejillas enrojecieron y de pronto sus ojos comenzaron a parpadear. Jairo y su esposa se abrazaron atemorizados. Se encontraban ante un hombre, con un poder mayor al de la muerte.
Jesús los calmó, y les dijo que le dieran de comer.
A partir de ese día, una familia religiosa dejó de perseguir las tradiciones humanas y comenzó a creer en las cosas que Dios podía hacer en el pasado, en el presente y en el futuro. Ya no creerían en los límites de Dios, sino en el Dios sin límites.

Cuento bíblico: Zaqueo


«¿Qué ruido podría ser ese? ¿A qué se debía semejante alboroto?», pensó. Zaqueo no podía concentrarse en las cuentas que hacía para saber todo el dinero que llevaba recaudado en el día. Salió por las puertas de su casa y alcanzó a preguntarle a un muchacho: -¿Qué está pasando?-, y el chico casi sin aliento (pero sin dejar de correr hacia la multitud) le gritó: - ¡¡¡Llegó Jesús!!! -.
Se quedó inmóvil, pero su cabeza estaba repleta de pensamientos y dudas... «¿Pasará tan cerca de casa?, ¿Será cierto eso que dijo, de que sería difícil para un hombre rico entrar en el cielo? Yo soy rico... ¿Qué hago? ¿Me mezclo en la multitud con el resto del pueblo? Pero... soy muy bajo... no lo voy a poder ver... ¡Hay un árbol en el camino que sigue Jesús!, pero... ¡¡¡es una locura!!!, ¿Subirse a un árbol para ver a un profeta? ¿Será correcto?»
Mientras que en el cerebro de Zaqueo, las neuronas se chocaban entre sí, la multitud que rodeaba a Jesús iba creciendo cada vez más.
De pronto, ni lo dice la Biblia, ni creo que Zaqueo se haya enterado, pero sus piernas corrieron como hacía tiempo no lo hacían. Sus brazos abrazaron una rama, y otra, y otra; hasta que dejó de cuestionarse si estaba bien o mal, sólo le interesaba verlo aunque sea para saber por qué hablaba tanto la gente de Él.
Lo veía acercarse con la gente alrededor. Jesús no parecía darse cuenta de que Zaqueo lo estaba mirando escondido en una rama bien alto.
Cuando llegó al árbol, justo debajo de Zaqueo, Jesús se detuvo. Pero... no sólo se quedó quieto, sino que dejó de enseñar. Hasta el ciego que había sanado hacía un rato pudo retener su algarabía y guardó silencio.
Zaqueo se empezó a poner nervioso, y muy colorado.
Jesús levantó la vista y lo miró directo a los ojos, diciéndole como si fueran viejos amigos: - Bajá Zaqueo, ¡apurate!, que hoy es necesario que pase por tu casa-.
Desde que Jesús le habló, hasta que entraron en la casa, Zaqueo no recuerda nada... Sólo sabe que a partir de ese momento, su vida es distinta, ya no le importa su estatura, ¡ni a Dios le importó!, y ahora hace las cuentas mejor que antes, ayudando a la gente necesitada.
El amor de Dios te puede cambiar la vida de golpe, aunque estés como Zaqueo subido a algún árbol...

Cuento: Tan Sólo un Sueño


A dos cuadras de su casa pasaba el colectivo. Subió, pagó su pasaje y se sentó... como siempre. Luego guardó el boleto en su bolsillo derecho y ya rumbo a su trabajo comenzó a mirar por la ventanilla hacia el tráfico... como siempre.

El gran vehículo iba muy rápido. Era el más moderno de esa línea de transportes. En el momento justo en que acomodaba su periódico para dar un vistazo rápido a los titulares del día (como era su costumbre de siempre), sube un pasajero con rostro familiar. Lo miró... Por un momento su pulso se detuvo y una gota de transpiración fría le corrió por la frente. Poco a poco, con sus manos temblando, bajó la vista.

Si era una casualidad no quería quedar en ridículo, mirando a este nuevo pasajero con esa cara que imaginó que se había dibujado en su propio rostro en ese extraño momento de estupor. Ahora... Si no era casualidad... ¿Qué era?

Su curiosidad merecía una segunda oportunidad, le clavó los ojos... No cabía duda, ¡era él mismo! Pero con algunos rasgos diferentes, podría tratarse de alguien dos ó tres años más viejo que su "yo" actual... Otra ropa, otro peinado, (lo consideró un tanto raro para su gusto actual), y los mismos zapatos... pero más viejos y muy gastados.

Horrorizado, observó que hacía las mismas cosas que él hacía en cada viaje... Guardaba su boleto, buscaba un asiento libre y una vez cómodo, daba un vistazo hacia la calle antes de sacar su periódico para dar una mirada a las últimas novedades. Obviamente no prestaba atención alguna a quienes estaban a su alrededor, ¡como siempre!

En la próxima parada, subió otra vez él mismo... Esta vez, seis años mayor, algo más cansado y apagado, repitiendo su cotidiano rito ya mencionado. Esta vez, con otros zapatos, un nuevo maletín y el pelo tal como a él le gustaba. Pensó que se habría tratado de una moda temporal de su "futuro yo" más próximo.

Se le ocurrió pensar que estaba soñando, pero decidió esperar a ver qué ocurría antes de intentar pellizcarse. "Los sueños nos enseñan cosas y, en tal caso, prefiero no acelerar mi regreso al mundo de los despiertos para ver qué resulta de todo esto", pensó con no poca lógica.

Parada tras parada, fueron subiendo y ubicándose sus "próximos yo", con una diferencia de edad, de dos a seis años, entre uno y otro.

Estaba absorto, queriendo descifrar semejante visión, cuando notó que no quedaban más asientos libres y comenzaban a pararse por el pasillo, agarrándose de los pasamanos.

Pronto comenzaron a subir los de mayor edad, digamos, entre sesenta y setenta años, y ninguno de los más jóvenes hizo el menor intento de cederle a alguno su asiento.

Recordó lo mucho que le molestaba viajar parado y, mucho más aún, lo que le costaba tener que abandonar su asiento para dárselo a otra persona. "Después de todo", siempre se decía, "tengo derecho a seguir sentado porque llegué primero". Pero la ocasional circunstancia de estar viviendo cerca de la terminal de colectivos no le daba ningún derecho, aunque él así lo creía. O quizá decía creer eso, porque sabía perfectamente que era sólo una excusa (la mejor que poseía en este caso) a la que no estaba dispuesto a renunciar fácilmente.

Ya se acercaba a su trabajo, era todo tan irreal...

Alguien tocó su hombro... Bruscamente giró su cabeza y miró con pavor a su mismo rostro que le decía cordialmente:

- Perdón, ¿lo conozco? -

Él, retornando a su posición anterior con la misma rapidez y dureza gritó:

- ¡Nooo, imposible! - y de este modo se rechazó a sí mismo, no sin cierto remordimiento pero a la vez, culpándose de siempre estar metiendo las narices en donde no debía.

De pronto subió un anciano con su bastón que, siendo él mismo, pedía por favor que alguien le cediera un asiento. Ninguno fue capaz de alzar su vista.

Sintió el chirriar de las ruedas y su cabeza casi golpea contra el respaldo del asiento delantero al suyo. Escuchó también el golpe seco de la espalda de aquel pobre viejo dar contra el suelo, luego de haber golpeado su cabeza por varios de los tubos metálicos que estaban ubicados a los lados del pasillo.

En la siguiente parada nadie subió...

Abandonó su asiento (por primera vez entre tantos viajes) y se acercó al cuerpo golpeado, perplejo por la indiferencia de los demás, y trató de levantarlo. Inmediatamente otro ocupó su lugar sin dar importancia al hecho, mientras miraba hacia la ventana y comenzaba a preparar el periódico sobre su falda.

Él notó que sus manos estaban manchadas con sangre. Se le anudó la garganta y de cada ojo le brotó una lágrima, ambas le recorrieron la cara y se encontraron en su mentón, formando una lágrima más grande, que cayó sobre el pecho del anciano, quien con su último aliento alcanzó a balbucear:

- Pensé que jamás ibas a cambiar. - Y murió en sus propios brazos. Él mismo, vivo, se sostuvo a sí mismo durante su agonía. Ahora estaba muerto.

El chofer, que ya lo conocía, detuvo el colectivo en la parada del trabajo. Él alcanzó a escuchar su voz como de otro lugar, como de otra dimensión:

- ¡Vamos, señor! ¡Va a llegar tarde... ¡Otra vez se durmió! ¿Es que nunca piensa en acostarse temprano? -

Había sido sólo un sueño. pero él se juró que nunca volvería a ser el mismo... ¡como siempre!

Cuento Premiado: El Futuro Glorioso de la Hinchada


Yo era un verdadero hincha. Iba a la cancha con amigos ó solo.

A veces me hacía "la rabona" según el tipo de partido que se iba a jugar.

Si era por el campeonato, no faltaba nunca. Si era un "amistoso", según. Si era contra algún equipo brasileño, ¡imposible eludir la cita!

En ocasiones llevábamos las banderas chicas, pero si el partido era importante, ya íbamos sabiendo que no veríamos el partido por la "tribunera", esa bandera gigante que solía llevar el grupo de los mayores, para imponer respeto al adversario. Uno, con la excusa de tener que airear el flameado de la tela, hacía un agujerito y espiaba alguna que otra jugada por ahí.

Travesuras había a montones, pero sanas e inocentes. Como cuando en los entretiempos convencíamos a alguno de que el partido ya había terminado en victoria; el ingenuo que caía en la trampa, al otro día, debía soportar el peso de la ignorancia ante las carcajadas de sus rivales que le mostraban los titulares de los matutinos con las fotos de la amarga derrota.

Después de comer algo y de regreso a la tribuna, (otra vez debajo de nuestro gigantesco emblema), buscábamos nuestro agujero, que para ese entonces medía unos centímetros de más, y nos resignábamos con ver, por ese orificio, el resto del partido.

Para mitigar un poco la carencia de espectáculo visual, poníamos mucho énfasis en las letras de los cánticos. Tal es así, que de no haber sido por esos metros y metros de tela, nuestro desarrollo popular del cantito, quizá hubiera menguado.

Eran tiempos de los buenos... Épocas que no volverán.

Recuerdo que hubo un tiempo, en donde los cantitos se hicieron demasiado alusivos a la hinchada contraria. Tanto que, aún en eventos sin grandes banderas, los partidos pasaron a ser un mero pretexto para poner de manifiesto nuestra honda convicción de compositores. Por momentos, los jugadores dejaban sin movimiento el balón por temor a distraer a las hinchadas en su disputa por los mejores cánticos.
Cierta vez una tribuna le cantó a la de enfrente:

"Gracias público presente,
hoy le queremos cantar,
por ser tan inteligente
en venirnos a escuchar".

Esto generaba un sinnúmero de griteríos y contiendas. No tanto por la cuestión futbolística, sino más bien por la autoría intelectual de la letra.

Desde esa fecha, sólo se permitió el uso de cantos debidamente registrados, cantados por sus autores ó, en su defecto, contando con el correspondiente permiso para interpretar el canto ajeno.

Se armó tal lío con esta cuestión, que se terminó por prohibir el uso de cantos en las canchas, ya que habían pasado como cuatro campeonatos sin que a nadie le importara quién iba primero y quién pasaba a la "B".

Los hinchas, dolidos por tal decisión, se comprometieron a prestar más atención a los partidos, cantar sólo cantos poco elaborados y emitir algún que otro sonido como silbatinas, gritos de "oooole", aplausos (pocos) y de vez en cuando algún calificativo fuerte pero no insultante para el árbitro el encuentro.

El Consejo Nacional del Hincha de Fútbol Autónomo, prometió a sus socios un pronto resarcimiento, creando un evento multitudinario en algún estadio, para nuevamente llevar a cabo sus duelos de cantos e himnos. Esta resolución la están esperando con ansias hace ya muchos años. Y más aún, anhelan el momento en el que, con las pruebas tangibles de las multitudinarias convocatorias, puedan arribar a la cancelación total del fútbol en todas sus formas para dar lugar a la verdadera pasión que encierra un estadio... ¡el canto de sus hinchas!

Cuento: Al otro lado del espejo...


Hacía casi una hora que los pájaros estaban cantando cuando, implacable, el reloj comenzó su tortura de cada mañana con su sonido penetrante cortando el pacífico ambiente de la naturaleza y atravesando ambos oídos con esa cadencia rítmica, irrespetuosa y porfiada. Había dado comienzo, en forma abrupta, un nuevo día.

Con su mano izquierda alcanzó al fastidioso enemigo de los sueños y lo detuvo, regresando a la atmósfera natural con el canto de las aves y el murmullo que el viento producía sobre árboles, pinos, arbustos y flores, dejando entremezclar a su mente sólo aquello que le traía alguna paz. Eran las siete...

A las ocho quitó las sábanas de su cuerpo y con la otra palpó su barba. Otra vez había crecido. Lamentaba tener que afeitarse cada mañana. Atrás quedaron los años de adolescente, cuando sólo debía hacerlo una vez a la semana. Ahora pertenecía al mundo de los adultos, la suavidad de antaño se había convertido con el tiempo en una áspera realidad cotidiana, monótona e inevitable.

Tomó la afeitadora eléctrica, que su esposa le había regalado el día anterior, y se dirigió al baño. ¡Ya 38 años! No podía creer lo rápido que pasaba el tiempo.

Al llegar frente al espejo, se miró a la cara y bajando la vista sobre la imagen del espejo, notó que en una de sus manos sostenía la antigua máquina de afeitar y en la otra, la brocha para la espuma. Sacó la vista del espejo y miró sus manos... era su nueva máquina eléctrica. Alzó sus ojos y observó que su imagen le devolvía la misma expresión de perplejidad y realizaba los mismos gestos que él. Algo no estaba bien... Debía tomar unas vacaciones. Esas computadoras en su oficina lo estaban destruyendo...

De pronto el ruido de la puerta de calle quebró el hilo de sus pensamientos.

- ¡Hola amor! - le gritó desde abajo su esposa, que extrañamente llegó más temprano que de costumbre de la guardia del hospital, - ¡hoy sí que fue una noche difícil! -

Se quedó helado, pues creyó haber oído que la voz salía del espejo en lugar de escucharla llegar por detrás de él.

- ¡Amor! ¡Amor! - repetía la voz de su esposa como buscándolo. Él no se atrevió a responder.

De pronto, vio a su esposa en el espejo que se acercó hasta su reflejo y lo besó en la mejilla. Él se quedó mirando a su imagen que le respondía con el mismo gesto de asombro. Un frío punzante le recorrió por la espalda al saber que no había sentido el beso de su esposa ni su mano apoyarse en su hombro, como sí sus ojos habían visto en el espejo.

Ella le dijo:

- Te caliento un café y me acuesto, ¿sí? Me duele todo el cuerpo... - y desapareció de la imagen.

Él entonces preguntó a su reflejo en un grito:

- ¡¿Qué está pasando?! ¡¿Qué es todo esto?! -

Su reflejo, que realizó la mímica a la perfección, lo miraba con el mismo rostro de incredulidad, miedo y rabia. Todo a la vez. Comenzó a hacer señas para ver si su imagen las repetía.

Durante unos minutos, el espejo se convirtió en el terreno de batalla de ambos personajes en una singular lucha por hallar el error del adversario. Cualquiera de los dos, que no repitiera exactamente el gesto del otro, sería el perdedor. Debía marcar una diferencia entre la realidad y lo que era meramente un reflejo. Debía despejar esa sensación de estar viviendo algo sobrenatural, algo que traspasaba los límites de la cordura.

De pronto, un gesto de su reflejo fue más rápido que él mismo, quien no logró alcanzar tal velocidad.

- ¡Ajá! - dijo la imagen con tono triunfante, y como alimentándose de cierta autoridad recibida por el error de su imagen real, se acercó al cristal del espejo y le susurró: - A partir de ahora serás esclavo de mis movimientos... - y desapareció por la puerta que se veía en el espejo del baño.

Él corrió al espejo que se encontraba en el comedor del piso inferior para comprobar si su locura era total o si sólo se manifestaba en el espejo del baño, pues creyó con acabada razón que su cerebro se encontraba repentina y seriamente dañado.

Al llegar al espejo de abajo, lo recibió su imagen con una risotada profunda, extraña, pero cada vez más llena del poder del cual antes había sido cautivo. Al finalizar su carcajada añadió:

- ¿Ves? No es que hayas venido para encontrarme en este espejo... ¡Yo te atraje hacia mí! ¡Y ahora vas a seguirme! Voy al espejo de tu trabajo... -, dijo riendo cada vez más seguro de su dominio para luego desaparecer por la puerta que se reflejaba en el espejo.

Nervioso, muy nervioso, se vistió como pudo, saludó a su esposa dudando que pudiera oírlo y salió corriendo sin mirar ningún espejo durante el viaje. Estaba aterrado...

Al llegar, entró a su oficina, cerró la puerta y se acercó lentamente al espejo de pared... ¡lo estaba esperando!. Jocoso y frenético le dijo:

- ¡Ahora sí! ¡Soy libre de vivir! ¡Libre de vivir! - y salió corriendo dejándolo sólo frente al espejo, ahora ya sin imagen.

Con mucha pesadez, con dificultad para mantener el equilibrio y jadeando, dio unos pasos, rodeó su escritorio y se dejó caer en su sillón preferido. Era uno de esos sillones del tipo ejecutivo con muchas ruedas y muy mullido. Allí lloró. No sabía por qué. Lloró como si fuera su última oportunidad para poder hacerlo. Recordó por un instante que en su infancia sólo una vez había sentido tal emoción ante la cual lloró de este modo, aunque no pudo recordar bien qué había motivado ese llanto.

Luego de unos instantes, sintió un impulso que lo llamaba a ponerse en marcha. Debía hacer frente a la situación. Esto no era un sueño y debía quedar aclarado. Se acercó al espejo, y allí estaba su reflejo, con los ojos húmedos también y esta vez con su misma expresión. Sintió pena... Y algo cambió su pensamiento... Pudo recordar... ¡el cambio!

Con su rostro bañado en lágrimas le pidió perdón, le rogó que le permitiera seguir siendo la imagen que siempre había sido y, sobre todo, que no contara a nadie esta experiencia única y personal.
Prometió cumplir su papel indefinidamente sin intentar adueñarse de lo que no le correspondía. Ambos acordaron guardar el secreto.

Del otro lado del espejo, las cosas volvieron finalmente a la recuperada normalidad.

De este lado, resignado, el reflejo se limitaría a actuar la realidad.